Dr. Edgar Castillo Armas. Fresno, California.
Conferencia dictada en el Conversatorio Clínico, 29 de octubre de 2019
Uno de los mitos que existen en psiquiatría es el de que la enfermedad mental o la enfermedad psiquiátrica está causada por un desequilibrio químico interno. Es un mito que ha persistido por muchos años y se ha difundido por los círculos psiquiátricos y otros grupos profesionales de la salud mental. Es un mito, porque la Asociación Psiquiátrica Americana y otras nunca han dicho que eso sea cierto. En 1978, la Asociación Psiquiátrica Americana emitió un pronunciamiento en el que señaló que los desórdenes psiquiátricos resultan de la interacción compleja de factores físicos, psicológicos y sociales y que su tratamiento tiene que estar dirigido hacia cada una de esas tres áreas.
Sin embargo, la industria farmacéutica con frecuencia presenta una extrapolación de los estudios farmacológicos aplicándolos a la fisiopatología, lo cual no puede hacerse directamente, porque la teoría de los neurotransmisores es bastante limitada y los resultados de las intervenciones basadas en esta teoría no pueden modificar las causas básicas de la depresión, sino más que todo favorecer la mejoría de ciertos síntomas que se encuentran en la depresión clínica severa. En resumen, no existe un profesional de la salud mental que pueda declarar que tiene un entendimiento universal acerca de la depresión clínica. Aún con los adelantos científicos a la fecha, una explicación absoluta se escapa de la comprensión. Se hace necesario retomar elementos básicos de la naturaleza humana y explorar en detalle ideas obvias pero olvidadas que conectan la esencia de la melancolía existencial con la alteración de los mecanismos cerebrales.
La ciencia y sus avances tecnológicos nos explican que la vulnerabilidad genética, los accidentes traumáticos cerebrales, la inflamación, el estrés agudo y crónico de origen físico y psicológico, y la alteración de los circuitos cerebrales todos contribuyen a la expresión clínica de la depresión; sin embargo, la falta de efectividad de los tratamientos necesita explicación. Para ello, se hace necesario continuar la investigación y recurrir a las disciplinas sociales que fueron el marco de la enfermedad cerebral que causa la mayor discapacidad, una seria comorbilidad y alarmantes tasas de suicidio.
La depresión clínica es una enfermedad cerebral altamente prevalente que causa enorme discapacidad física y mental a nivel mundial. La depresión clínica afecta a 350 millones de personas en el mundo. La comorbilidad de la depresión, que afecta a otros órganos y sistemas, se ha demostrado con estudios de mortalidad, señalando a la enfermedad cardiovascular como la causa más común de la muerte acelerada en
la depresión.
La conexión entre suicidio, el uso de alcohol y la depresión está bien establecida y ocurre en números alarmantes. Existe más de 40 medicamentos antidepresivos que se usan solos o en combinación con estabilizadores del ánimo y antipsicóticos. Pero las tasas de remisión se mantienen muy por debajo del 50%.
Una razón que explica parcialmente este fallo rotundo es que los esfuerzos de tratamiento primarios han estado encaminados a ser monoaminérgicos (serotonina, norepinefrina, dopamina).
Recientemente, se ha renovado la atención del papel de otros sistemas de neurotransmisores y endocrinos como la acetilcolina, el glutamato, neuro-esteroides y el sistema opioide endógeno en los síntomas centrales de la depresión.
La ketamina, además de bloquear los receptores NMDA (N-metil-D-aspartato), activa los péptidos y los receptores opioides y por eso muestra un efecto antidepresivo muy rápido.
La activación del sistema opioide endógeno está asociada fuertemente a las conductas positivas y está modulada por experiencias positivas como el ejercicio, la interacción social, la risa, el placer gastronómico y la música.
Este sistema también contribuye a la regulación del ánimo positivo, las recompensas sociales, como el disfrute de ciertas actividades, y a la resiliencia.
El neuro-esteroide brexanolona ha sido recientemente aprobado por FDA en EEUU como tratamiento para la depresión postparto. Este esteroide es químicamente idéntico a la alopregnanolona, hormona humana endógena, y potencia la acción gabaérgica. Estudios clínicos controlados han establecido que, después de una infusión intravenosa de 60 horas, administrada en dos días y medio, el tratamiento con este compuesto resulta en una notable mejoría de los síntomas de la depresión postparto. El tratamiento, aunque todavía considerablemente oneroso ha sido reportado con pocos efectos colaterales y virtualmente sin ningún riesgo grave.
Desde el principio de los años 90 se ha sabido que la estimulación magnética repetitiva del cerebro resultaba en una excitación cortical. Esto ha coincidido con resultados de investigación que mostraron una disminución de la actividad del lóbulo prefrontal en los cerebros de pacientes con síntomas de depresión clínica. La conclusión obvia que era necesario demostrar era que, usando estimulación magnética transcraneal, se podía reactivar la función de esa región. Una mejor comprensión de la complejidad de la función cerebral y su relación con otros sistemas del organismo está expandiendo el equipamiento del psiquiatra para un tratamiento más efectivo de la depresión.
Ya no es suficiente usar solamente la teoría de los neurotransmisores monoaminérgicos para adoptar un algoritmo diagnóstico/terapéutico que resulte en un manejo acertado de intervenciones de tratamiento.
Nuevas y prometedoras áreas de investigación y exploración nos están señalando el debilitamiento de la era de las monoaminas y contribuyendo a refutar el mito del desequilibrio químico como causa de la enfermedad mental.
Lecturas Recomendadas
Köhler-Forsberg O, Nicolaisen Lydholm C, Hjorthøj C, et al (2019). Efficacy of anti-inflammatory treatment on major depressive disorder or depressive symptoms: meta-analysis of clinical trials. Acta Psychiatrica Scandinavica 139: 404-419.
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Fernanda S Correia-Melo, Felipe C Argolo, Lucas Araújo-de-Freitas, Gustavo Carneiro Leal, Flávio Kapczinski, Acioly Luiz Lacerda, Lucas C Quarantini (2017). Rapid infusion of esketamine for unipolar and bipolar depression: a retrospective chart review. Neuropsychiatric Disease and Treatment 13:1627-1632.
Jennifer L. Phillips, Ph.D., Sandhaya Norris, M.D., Jeanne Talbot, M.D., Ph.D., Meagan Birmingham, M.A., M.B.A., Taylor Hatchard, Ph.D., Abigail Ortiz, M.D., Olabisi Owoeye, M.D., Lisa A. Batten, Ph.D., Pierre Blier, M.D., Ph.D. 2019. Single, Repeated, and Maintenance Ketamine Infusions for Treatment-Resistant Depression: A Randomized Controlled Trial. American Journal of Psychiatry 176:401-409.
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